Photo by João Aguiar

El proceso que llevó a Argentina a emerger como el estado sucesor del Virreinato comenzó con la Revolución de Mayo de 1810. Durante esta revolución, el virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros fue reemplazado por la Primera Junta, un nuevo gobierno local en Buenos Aires. Durante la Guerra de Independencia, la Junta logró reprimir una contrarrevolución realista en Córdoba, pero enfrentó desafíos para superar la Banda Oriental, el Alto Perú y Paraguay, que más tarde se convirtieron en estados independientes.

El franco-argentino Hippolyte Bouchard jugó un papel importante atacando los territorios españoles en ultramar, incluidas California, Perú y Filipinas españolas. Incluso aseguró la lealtad de filipinos escapados en San Blas, quienes se unieron a la Armada Argentina debido a que compartían quejas contra la colonización española. Argentina obtuvo el reconocimiento diplomático del rey Kamehameha I de Hawái, lo que convirtió a Hawái en el primer estado en reconocer la independencia de Argentina. Sin embargo, Bouchard fue arrestado más tarde en 1819 por patriotas chilenos.

Durante este tiempo, los revolucionarios se dividieron en dos grupos opuestos: los Centralistas y los Federalistas, lo que marcó el tono de los primeros años de independencia de Argentina. La Asamblea del Año XIII nombró a Gervasio Antonio de Posadas como el primer Director Supremo de Argentina.

Photo by Emiliano Arano

El 9 de julio de 1816, el Congreso de Tucumán declaró oficialmente la independencia de Argentina, y esta fecha se celebra ahora como el Día de la Independencia, un feriado nacional. En los años siguientes, los generales Martín Miguel de Güemes y José de San Martín desempeñaron papeles cruciales en asegurar la independencia de Chile y Perú, respectivamente. En 1819, Buenos Aires adoptó una constitución centralista, que luego fue abolida por los federalistas.

Hubo una propuesta conocida como el Plan Inca de 1816, que sugería que las Provincias Unidas del Río de la Plata (la Argentina actual) deberían ser una monarquía dirigida por un descendiente de los incas. Sin embargo, el Congreso de Tucumán rechazó este plan y en su lugar estableció un estado republicano y centralista.

La Batalla de Cepeda en 1820 marcó el fin del gobierno del Director Supremo, lo que llevó a una nueva constitución centralista en 1826 con Bernardino Rivadavia como primer presidente. Sin embargo, las provincias del interior se opusieron a esta constitución, lo que resultó en la renuncia de Rivadavia y el abandono de la constitución. La guerra civil entre los Centralistas y los Federalistas se reanudó, siendo estos últimos los vencedores y formando la Confederación Argentina en 1831, liderada por Juan Manuel de Rosas. Rosas enfrentó desafíos durante su régimen, incluyendo un bloqueo francés y la Guerra de la Confederación, pero logró mantener el control y evitar más pérdidas de territorio nacional.

En 1852, Justo José de Urquiza derrotó a Rosas y se convirtió en el nuevo presidente de la Confederación, promulgando la Constitución liberal y federal de 1853. A pesar de la inicial secesión de Buenos Aires, esta fue forzada a regresar a la Confederación después de ser derrotada en la Batalla de Cepeda en 1859.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *