Cuando Juan Perón fue depuesto, Pedro Eugenio Aramburu asumió como líder del país, iniciando una rigurosa campaña contra el peronismo al prohibir al partido en futuras elecciones. En las elecciones generales de 1958, Arturo Frondizi de la UCR ganó, enfocándose en atraer inversiones para lograr la autosuficiencia en energía e industria, revertir el déficit comercial y revertir la prohibición del peronismo. Sin embargo, su lucha por encontrar un término medio entre los peronistas y los militares terminó en fracaso, haciendo que ambos lados se volvieran en su contra y llevando a un golpe de estado que lo sacó del cargo.

En medio del caos político, José María Guido asumió rápidamente la presidencia, utilizando leyes diseñadas para evitar vacíos de poder. Suspendió las elecciones y reinstauró la prohibición del peronismo. La elección de Arturo Illia como presidente en 1963 marcó un período de crecimiento, pero esto fue abruptamente detenido por otro golpe militar en 1966, liderado por el general Juan Carlos Onganía, estableciendo un régimen militar dirigido a mantener el control indefinido.
El retorno y muerte de Perón
Tras una gobernanza militar prolongada, Alejandro Agustín Lanusse fue designado presidente por la junta en 1971. Ante la creciente demanda de democracia, se declararon elecciones en 1973. Aunque Perón fue descalificado para postularse, su partido, representado por Hector Cámpora, triunfó. Después de su toma de posesión el 25 de mayo de 1973, Perón regresó de España.
El breve mandato de Cámpora estuvo marcado por una intensa discordia política, que llevó a más de 600 conflictos, huelgas y tomas de fábricas en tan solo un mes. Aunque los grupos de extrema izquierda dejaron de enfrentarse armados, su papel en el proceso democrático fue visto como una amenaza por la facción peronista de derecha.

El período tumultuoso llevó a la renuncia de Cámpora y el vicepresidente Vicente Solano Lima en julio de 1973, allanando el camino para nuevas elecciones. Perón logró la victoria, con su esposa Isabel como vicepresidenta. Sin embargo, su tercer mandato quedó ensombrecido por las crecientes tensiones dentro del movimiento peronista y el resurgimiento de grupos guerrilleros armados.
La salud en declive de Perón culminó en su muerte en julio de 1974. Isabel Perón, su sucesora, enfrentó numerosos desafíos, incluyendo la aparición de una junta militar y grupos de extrema derecha. La eventual destitución de Isabel Perón por parte de los militares en 1976 desencadenó una crisis constitucional, dando lugar a una década turbulenta caracterizada por el terrorismo de izquierda y la violencia sancionada por el estado.
Este oscuro período sentó las bases para la “Guerra Sucia” de Argentina, un capítulo notorio en el cual el gobierno militar se involucró en abusos sistemáticos de los derechos humanos, incluyendo tortura, secuestros y asesinatos. Las consecuencias de estos años aún se sienten en Argentina, dando forma a su política y sociedad. La transición a la democracia en 1983 comenzó un complejo proceso de ajuste de cuentas con esta turbulenta historia, incluyendo los esfuerzos continuos para responsabilizar a los culpables y recordar y honrar a las víctimas.